*** Baloncesticia: ¿qué quedaría del ser humano/entrenador? ***
Un posible neologismo que relaciona “baloncesto” con “inteligencia artificial” podría ser “baloncesticia”, que podría hacer referencia a un sistema de inteligencia artificial diseñado específicamente para analizar y predecir resultados de partidos de baloncesto, o para ayudar a entrenadores y equipos a tomar decisiones estratégicas durante el juego.
¿qué espacio queda para lo humano en el deporte?
El deporte, y en particular el baloncesto, no es solo eficiencia. Es emoción, imperfección, azar, carácter, pasión, creatividad inesperada. Una máquina puede calcular la mejor jugada, pero no puede sentir la presión del último tiro, la euforia de ganar después de remontar lo imposible, ni la frustración de fallar cuando más importaba.
Si los entrenadores delegan totalmente en la IA, pierden también la dimensión humana del error y del aprendizaje que surge de equivocarse. El sufrimiento y la superación son parte de lo que nos hace crecer; si todo fuera perfecto, perderíamos el sentido de la experiencia.
En ese contexto, lo que nos queda a los seres humanos no es competir con la IA en cálculos, sino seguir siendo los guardianes de lo impredecible:
Crear lo que la máquina no espera.
Equivocarnos y aprender de ello.
Sufrir para darle valor a la victoria.
Pensar con intuición, no solo con algoritmos.
Trabajar en comunidad, con vínculos emocionales.
La IA puede ser una herramienta, pero el juego sigue siendo nuestro. La magia del baloncesto no está en la perfección matemática, sino en la humanidad que lo habita.
El deporte, y en particular el baloncesto, no es solo eficiencia. Es emoción, imperfección, azar, carácter, pasión, creatividad inesperada. Una máquina puede calcular la mejor jugada, pero no puede sentir la presión del último tiro, la euforia de ganar después de remontar lo imposible, ni la frustración de fallar cuando más importaba.
Si los entrenadores delegan totalmente en la IA, pierden también la dimensión humana del error y del aprendizaje que surge de equivocarse. El sufrimiento y la superación son parte de lo que nos hace crecer; si todo fuera perfecto, perderíamos el sentido de la experiencia.
En ese contexto, lo que nos queda a los seres humanos no es competir con la IA en cálculos, sino seguir siendo los guardianes de lo impredecible:
Crear lo que la máquina no espera.
Equivocarnos y aprender de ello.
Sufrir para darle valor a la victoria.
Pensar con intuición, no solo con algoritmos.
Trabajar en comunidad, con vínculos emocionales.
La IA puede ser una herramienta, pero el juego sigue siendo nuestro. La magia del baloncesto no está en la perfección matemática, sino en la humanidad que lo habita.
Predicando en el Desierto
Miguel A Soto
