*** "El ocio, como el baloncesto, no es un lujo, sino un derecho": perjudica a los jóvenes y a las clases desfavorecidas ***

Entre 1994 y 2024, el salario real ajustado por la inflación, solo lo ha hecho en un 2.7%. Una cifra irrisoria si lo comparamos con las subidas que han experimentado otros aspectos del día a día como el carro de la compra o el ocio.
Los salarios crecen, pero los precios aún más
Entre 1994 y 2024, el salario real en España solo aumentó un 2,7%. Es una subida sí pero, técnicamente, también se puede hablar de una congelación del poder adquisitivo de los ciudadanos.
Ese bajo porcentaje se obtiene si descontamos la inflación acumulada al incremento nominal de los sueldos. Lo que evidencia que, aunque los salarios brutos han subido, su capacidad de poder abarcar todos los gastos necesarios apenas ha mejorado.
Lo más sangrante es la cesta de compra, que ha aumentado en tres décadas un 63%. ¿Y por qué ha sucedido esto? El lógico paso del tiempo ha aumentado el precio de la energía, también un mercado más globalizado que nunca y unos márgenes empresariales que han crecido.
La subida de precios de alimentos básicos como la carne, la leche, el arroz, el pan o el aceite se nota y mucho en la cesta de la compra. Gastamos más. Y gastamos más todos, también las personas con menos recursos que ven como tienen que hacer aún más esfuerzo para llegar a fin de mes.
El ocio un lujo para muchos
El ocio está subiendo con la inflación mucho y perjudica a la juventud en especial y a las clases más desfavorecidas.
En España, el ocio y la cultura —entradas de cine, teatro, conciertos, actividades deportivas— suelen subir de precio al ritmo o incluso por encima de la inflación general. Esto golpea especialmente a los jóvenes y a los hogares con menos ingresos por tres razones:
Menor margen en el presupuesto
Una desconexión entre el aumento de los sueldos y el aumento del coste de vida, que ha perjudicado el crecimiento económico de los hogares pese a los discursos políticos de la "izquierda" y la derecha, que se han repartido la gobernanza durante todos estos años.
Hoy en día, las familias tienen que destinar más dinero para sus necesidades básicas que antes. Deben gastar más para comprar una vivienda, realizar un viaje o, simplemente, ir al cine. Todo está más caro que antes. Y los salarios no han subido tanto como para cubrir estos incrementos.
Hoy en día, las familias tienen que destinar más dinero para sus necesidades básicas que antes. Deben gastar más para comprar una vivienda, realizar un viaje o, simplemente, ir al cine. Todo está más caro que antes. Y los salarios no han subido tanto como para cubrir estos incrementos.
Los salarios crecen, pero los precios aún más
Entre 1994 y 2024, el salario real en España solo aumentó un 2,7%. Es una subida sí pero, técnicamente, también se puede hablar de una congelación del poder adquisitivo de los ciudadanos.
Ese bajo porcentaje se obtiene si descontamos la inflación acumulada al incremento nominal de los sueldos. Lo que evidencia que, aunque los salarios brutos han subido, su capacidad de poder abarcar todos los gastos necesarios apenas ha mejorado.
Lo más sangrante es la cesta de compra, que ha aumentado en tres décadas un 63%. ¿Y por qué ha sucedido esto? El lógico paso del tiempo ha aumentado el precio de la energía, también un mercado más globalizado que nunca y unos márgenes empresariales que han crecido.
La subida de precios de alimentos básicos como la carne, la leche, el arroz, el pan o el aceite se nota y mucho en la cesta de la compra. Gastamos más. Y gastamos más todos, también las personas con menos recursos que ven como tienen que hacer aún más esfuerzo para llegar a fin de mes.
El ocio un lujo para muchos
El ocio está subiendo con la inflación mucho y perjudica a la juventud en especial y a las clases más desfavorecidas.
En España, el ocio y la cultura —entradas de cine, teatro, conciertos, actividades deportivas— suelen subir de precio al ritmo o incluso por encima de la inflación general. Esto golpea especialmente a los jóvenes y a los hogares con menos ingresos por tres razones:
Menor margen en el presupuesto
En un hogar con rentas ajustadas, tras pagar vivienda, comida, transporte y suministros, queda muy poco para gasto discrecional. Si el ocio sube, se convierte en un lujo esporádico.
Desigualdad en el acceso cultural
El ocio no es solo “diversión”: también es un motor de bienestar psicológico, socialización y formación personal. La brecha de acceso crea desigualdades en capital cultural y oportunidades.
Efecto acumulativo generacional
Para los jóvenes, la imposibilidad de acceder a ocio asequible puede limitar su red social, su participación en actividades colectivas y su sensación de pertenencia, justo en una etapa vital clave.
Incluso sin tener las cifras exactas de 30 años, los datos recientes del INE muestran que en los últimos 10–12 años el grupo Ocio y Cultura ha subido por encima de la inflación en varios tramos, con especial repunte en periodos de crisis o pospandemia.
Esto se traduce en algo muy concreto:
Una entrada de cine que en 2000 costaba 4 €, hoy ronda los 8–10 €.
Un abono de baloncesto o fútbol ha pasado de ser accesible para familias medias a ser un gasto que compite con la renta de vivienda.