*** Jonny Red Kerr: la historia del hombre que cambió a los Bulls y a Jordan ***

Jonny “Red” Kerr fue mucho más que una voz reconocible en las transmisiones de Chicago Bulls. Antes de tomar el micrófono, dejó una huella en la cancha como pivote, con tres apariciones en el All-Star Game y un papel clave en el título del antiguo Syracuse Nationals en 1955.
Más tarde, se convirtió en el primer entrenador de los Bulls en su temporada inaugural, consolidando las bases de una franquicia que, años después, entraría en la élite de la NBA.
En la etapa más gloriosa de Chicago, Kerr se transformó en una figura inseparable del espectáculo que rodeaba a Michael Jordan. Fue él quien, involuntariamente, inspiró una de las imágenes más icónicas del “23”: el lanzamiento de polvo de talco antes de cada partido. Lo que empezó como una broma de Jordan para arruinarle el traje, se convirtió en un ritual que los fanáticos esperaban antes de cada salto inicial, con Kerr reaccionando de forma cómica, ya sea fingiendo toser o protegiéndose con paraguas.
Incluso en momentos solemnes, como la ceremonia en la que se inauguró su estatua en el United Center en 2009, Jordan no resistió la tentación de repetir la escena, provocando risas y ovaciones. Kerr, siempre buen humorista, jugaba el rol a la perfección. Su legado no solo está en sus logros deportivos, sino en la química y el espíritu que aportó al entorno de una de las dinastías más grandes del deporte.
Jonny Kerr falleció en 2009, pero dejó una marca que va más allá de las estadísticas. Fue un pionero en la cancha, un constructor desde el banco y una voz inconfundible detrás del micrófono. Y, sobre todo, fue parte de un ritual que unió a un equipo, a su figura más importante y a toda una generación de fanáticos.
En la etapa más gloriosa de Chicago, Kerr se transformó en una figura inseparable del espectáculo que rodeaba a Michael Jordan. Fue él quien, involuntariamente, inspiró una de las imágenes más icónicas del “23”: el lanzamiento de polvo de talco antes de cada partido. Lo que empezó como una broma de Jordan para arruinarle el traje, se convirtió en un ritual que los fanáticos esperaban antes de cada salto inicial, con Kerr reaccionando de forma cómica, ya sea fingiendo toser o protegiéndose con paraguas.
Incluso en momentos solemnes, como la ceremonia en la que se inauguró su estatua en el United Center en 2009, Jordan no resistió la tentación de repetir la escena, provocando risas y ovaciones. Kerr, siempre buen humorista, jugaba el rol a la perfección. Su legado no solo está en sus logros deportivos, sino en la química y el espíritu que aportó al entorno de una de las dinastías más grandes del deporte.
Jonny Kerr falleció en 2009, pero dejó una marca que va más allá de las estadísticas. Fue un pionero en la cancha, un constructor desde el banco y una voz inconfundible detrás del micrófono. Y, sobre todo, fue parte de un ritual que unió a un equipo, a su figura más importante y a toda una generación de fanáticos.