*** Manifiesto de un Entrenador con Calle, Mando y Coraje ***


Una de las cosas que yo trataba de transmitir siempre a mis jugadores como entrenador, es que no debían arrugarse ante nadie y ante nada, el amor propio y la dignidad lo primero, quizás porque uno venía de haber estado jugando mucho en la calle de pequeño y luego del ejército, donde estuve haciendo el servicio militar voluntario de cabo, uno estaba acostumbrado a mandar a la tropa.

A veces el miedo a perder, a quedar mal, encoge la muñeca, pero lo que no se puede perder son las ganas de triunfo, el coraje y la tranquilidad de haber hecho bien las cosas, esto diferencia a los mejores de los perdedores, se puede ser condescendiente pero no tonto.


Manifiesto de un Entrenador con Calle, Mando y Coraje

Yo no entreno para la estadística, ni para la galería. Entreno para formar personas con carácter, jugadores con coraje, equipos con alma.

He aprendido que el talento sin amor propio no vale. Que la técnica sin dignidad se quiebra. Que los partidos se pueden perder, pero la actitud jamás.

1. Nunca te arrugues

En la cancha, en la vida, ante nadie y ante nada. El respeto por el rival no significa achicarse. No importa si enfrente hay un equipo más alto, más rápido o más famoso. 

Salís a competir con lo que sois: tu historia, tus ganas, tu corazón.

Y eso vale más que cualquier ránking.

2. El miedo encoge la muñeca

El miedo a fallar, a quedar mal, a que te juzguen... ese miedo es el que te paraliza en los tiros libres del final, en el pase que no diste, en la defensa que aflojaste.

No juegues a no perder, jugá para ganar.

3. El coraje no se negocia

Podéis fallar un tiro. Podéis perder una final.

Lo que no podéis perder es el hambre, la garra, la entrega. 

Sí, jugás con el corazón en la mano, salís con la frente en alto aunque el marcador diga otra cosa.

4. Se puede ser condescendiente, pero no tonto

Tener empatía no es ser débil. Ser justo no es ser blando. Entiendo que cada jugador tiene su camino, pero dentro del equipo se entrena fuerte, se respeta al grupo, y se da todo.

No confundan bondad con debilidad. No confundan silencio con aprobación.

5. Amor propio ante todo

El jugador que se valora, que se respeta a sí mismo, que defiende su camiseta y no se deja pisar, ese jugador tiene futuro.

No por lo que hace en la cancha, sino por quién decide ser en cada entrenamiento, en cada partido, en cada decisión.

No entreno para ganar a cualquier precio. Entreno para que mis jugadores no se vendan por nada.

Para que, gane o pierda, no se les note el miedo.

Para que, si caen, se levanten con dignidad.

Y para que, si un día dejan de jugar, sigan caminando por la vida con la misma entereza con la que entraron a la cancha.

 

Predicando en el Desierto
Miguel A Soto