*** "El que hace la ley, hace la trampa”: El baloncesto convertido en un concurso (malo) de triples ***

 

En el segundo partido de playoffs de la ACB entre el Real Madrid y Unicaja, este último lanzó 25 triples y solo encestó 5 (20%), y estamos hablando de profesionales que lanzan miles a la semana y ganan mucho dinero. Con todo, hay medios que nos dice que el partido fue muy bueno y que Unicaja jugó bien, al parecer nos tratan como imbéciles.


“El que hace la ley, hace la trampa”: El baloncesto convertido en un concurso (malo) de triples

Cuando muchos comenzamos a jugar al baloncesto en nuestro país, allá por los años 60, el balón que se utilizaba era el legendario VOIT: más grande, más pesado y bastante más difícil de encestar que los actuales. Era habitual lanzar a canasta con dos manos, y por supuesto, a nadie se le ocurría siquiera pensar en una línea de tres puntos.

Todo cambió —y no por casualidad— cuando las élites vieron que el baloncesto podía convertirse en un negocio de escala mundial. La NBA, fundada en 1949, fue la punta de lanza de ese cambio: modificó los balones, reescribió las reglas, redefinió la forma de enseñar el juego, introdujo la publicidad en los medios y creó mitos y estrellas, todo con un único objetivo: el beneficio económico. Era el “sueño americano” aplicado al deporte.

A partir de ahí, comenzó un proceso de espectacularización. 

Al jugador negro —largamente marginado— se le empezó a respetar, no sin cierto racismo encubierto bajo frases como “están hechos para esto”. Las canchas callejeras (playgrounds) fueron el gran vivero: allí se mezclaban físico, talento, agresividad y ambición. El baloncesto urbano, jugado con intensidad y hambre, ayudó a transformar el juego, pero también a alimentar el mito del ascenso social a través del deporte.




El balón VOIT, por ejemplo, pesaba más de 600 gramos y tenía una circunferencia superior a los modelos actuales. Hoy, el balón oficial de la ACB (Wilson) pesa en torno a 567 gramos y mide 75 centímetros de circunferencia, mucho más manejable, con un bote más vivo y más adaptado al ritmo rápido del juego moderno.

Sin embargo, no todos valen para este negocio. 

Con el paso del tiempo, se han ido perfeccionando los fundamentos técnicos, el físico, y el juego dirigido, siempre bajo reglas que cambian constantemente para favorecer el espectáculo. Y como en cualquier otro trabajo, el "enchufe" también existe: colocar a un jugador en el mercado global del baloncesto no es solo cuestión de talento. 

En ese entorno dominan los estadounidenses y, cada vez más, los jugadores balcánicos, cuya formación técnica y disciplina individual los hacen especialmente competitivos.

Porque sí, el baloncesto no tiene secretos: quien domina los fundamentos y entrena con disciplina, mejora. Pero para que una élite te explote como producto global necesitas mucho más que talento: necesitas estar en el sistema. Y ahí es donde el sueño americano se revela como lo que muchas veces es: otro mito en decadencia.

Hoy, con el triple como obsesión, el juego se ha convertido, a menudo, en un concurso poco inspirado de lanzamientos lejanos, olvidando parte de la riqueza táctica y emocional del baloncesto de antes. 

El que hace la ley, hace la trampa... y también el negocio.

Predicando en el Desierto
Miguel A. Soto