*** "EL BASKET SOLÍA SER DE POBRES, ERA NUESTRA SALIDA: AHORA ES PARA NIÑOS RICOS" ***

 

Hace algunos días, LeBron James habló sobre un tema muy interesante, cómo en cierto modo, la creatividad en el baloncesto se ha ido perdiendo, y gran parte de la culpa la tienen los entrenadores a nivel formativo.

Ante estas declaraciones, Draymond Green también quiso dar su opinión y en gran parte, coincidió con LeBron:

“El baloncesto solía ser un deporte de los pobres, era nuestra salida y ahora se ha convertido en un juego para niños ricos. Los días de ver a un LeBron de Akron, Ohio, criado por una madre soltera, se han terminado. Hoy en día, si no tienes recursos, no puedes jugar. Y creo que por eso ya no se ve un baloncesto tan bueno como antes, porque falta imaginación. Todos hacen lo mismo, y creo que mucho de eso es culpa de los entrenadores”.

Las declaraciones de LeBron James y Draymond Green tocan una fibra muy sensible en el baloncesto moderno: la pérdida de creatividad y la elitización del deporte, especialmente en Estados Unidos, pero aplicable también a otros contextos como Europa o América Latina.

1. La creatividad y el rol de los entrenadores
 
¿Qué dice LeBron?


LeBron destaca que el juego se ha vuelto demasiado estructurado y limitado, sobre todo en etapas formativas. El resultado: jugadores que ya no improvisan, no arriesgan, no crean.
 
¿Por qué?


Muchos entrenadores priorizan sistemas cerrados y resultados tempranos (ganar torneos juveniles) sobre el desarrollo del talento individual.

El entrenamiento muchas veces mata la calle: no hay espacio para el 1 vs 1, para el error, para el instinto.

El miedo al “highlight” mal entendido: si un jugador hace algo creativo y falla, se le penaliza.
 
Resultado:

Jugadores muy tácticos, con fundamentos sólidos, pero con poca improvisación, poca lectura libre, poca calle. La esencia del “playground” se ha perdido.
 
2. El baloncesto como deporte de ricos

Draymond Green lanza una crítica muy potente: el baloncesto se ha alejado de sus raíces populares. Antes, bastaba con una pelota y un parque; hoy, el acceso depende del dinero.
 
¿Qué ha cambiado?

AAU (Amateur Athletic Union) y los torneos de élite cuestan miles de dólares al año (viajes, cuotas, entrenadores privados, visibilidad).

El jugador sin recursos queda fuera del radar, aunque tenga talento.

La formación ya no se da en los parques, sino en academias privadas y circuitos exclusivos.
 
¿Qué pierde el baloncesto?

Diversidad de estilos: los playgrounds producían jugadores únicos, con recursos y creatividad.

Narrativas inspiradoras: historias como la de LeBron, Allen Iverson o Jimmy Butler escasean.

Se forma una élite artificial donde no siempre están los más talentosos, sino los más financiados.
 
Entrenadores y sistema: ¿culpables o víctimas?

Es fácil culpar solo a los entrenadores, pero muchos están atrapados en un sistema que:

Les exige ganar pronto.

Les quita tiempo para el desarrollo individual.

Depende de patrocinadores, padres exigentes y rankings.
 
¿Cómo recuperar la creatividad?

Más libertad en el juego formativo (menos sistemas, más 1vs1, más juegos abiertos).

Espacios gratuitos para jugar (polideportivos, parques, ligas de barrio).

Incentivar el error y la improvisación como parte del aprendizaje.

Entrenadores con mentalidad formativa, no resultadista.
 
En resumen:

LeBron y Draymond no solo están hablando de baloncesto. Hablan de una pérdida cultural, de un deporte que ha dejado de ser una vía de escape para convertirse en un privilegio económico. 



Y tienen razón: sin calle, sin diversidad, sin imaginación, el juego pierde su alma.

Recuperar eso no es fácil, pero reconocerlo —como ellos hacen— es un primer paso esencial.