*** El señorío por bandera: Chus Mateo, todo un profesional ***

En el mundo del deporte profesional, y muy especialmente en el fútbol y el baloncesto de élite, no siempre se reconoce el trabajo silencioso, constante y eficaz de quienes no buscan protagonismo, pero sí resultados. Chus Mateo es uno de esos casos ejemplares.

Su salida del Real Madrid, anunciada recientemente, ha generado comentarios de todo tipo, pero hay algo que debe quedar claro: su etapa merece ser recordada con respeto y admiración.

Lo primero que llama la atención es su actitud. Chus no ha necesitado levantar la voz, ni hacer declaraciones ruidosas, ni escudarse en excusas. Ha salido con la misma elegancia con la que entró: sin ruido, con agradecimiento y señorío. Y eso, en los tiempos que corren, no es poca cosa.

Durante varias temporadas, Mateo trabajó a la sombra de gigantes. Fue segundo entrenador junto a Sergio Scariolo en la selección española y, más tarde, mano derecha de Pablo Laso en uno de los ciclos más exitosos del Real Madrid moderno. Allí, lejos de buscar focos, supo aprender, crecer y preparar el camino para lo que vendría después.

Y lo que vino fue un reto mayúsculo: asumir la dirección técnica de todo un Real Madrid. 

Con Laso fuera por motivos de salud, Mateo asumió la responsabilidad de liderar a un equipo plagado de estrellas, presionado por la historia y exigido por una afición que no perdona tropiezos. No solo lo hizo con dignidad, sino que lo hizo con éxito. En su primera temporada como técnico principal, el equipo conquistó la Euroliga, nada menos. Logro que, por sí solo, lo coloca en un lugar privilegiado dentro del baloncesto europeo.

Sin embargo, su mayor mérito quizás no sea el título, sino cómo lo consiguió. Supo manejar un vestuario complicado, gestionar egos, mantener unido al grupo y adaptarse a lesiones y adversidades. Su discurso siempre fue sereno, su mirada siempre puesta en el colectivo. Ni una palabra fuera de lugar, ni un mal gesto, ni una queja pública. Todo lo contrario: respeto por el club, por sus jugadores y por los rivales. Eso también es entrenar.

Ahora, tras su salida, es fácil caer en el análisis frío de números y estadísticas. Pero los números no lo dicen todo. Chus Mateo ha demostrado que se puede llegar a lo más alto sin traicionar los valores del trabajo bien hecho, la humildad y el respeto institucional. Se va con la cabeza alta, y deja un legado que va más allá de los títulos.

Muchos lo recordarán como el entrenador que ganó la Euroliga en 2023. Otros, como el técnico que tomó el relevo de Laso y no desfalleció bajo la presión. Pero para quienes miramos más allá del banquillo, Chus Mateo será siempre un ejemplo de profesionalidad. Uno de esos que no necesitan hablar de más porque su carrera ya habla por ellos.

En el baloncesto —como en la vida— hay formas y fondos. Y cuando ambas cosas se unen, como en el caso de Chus Mateo, solo queda una palabra: respeto.

Predicando en el Desierto
Miguel A Soto