EBA GRUPO D: JUGADORES U22 PROMESAS.

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La importancia del dribbling.



El dribbling, o regate en español, es una habilidad fundamental en el baloncesto que permite a los jugadores avanzar con el balón mientras están siendo defendidos por los oponentes. Su importancia radica en varios aspectos clave del juego:

Creación de oportunidades de tiro: El dribbling permite a un jugador moverse hacia el aro para buscar una oportunidad de tiro. Al driblar, un jugador puede superar a su defensor y encontrar un espacio abierto para lanzar al aro o para pasar el balón a un compañero en una posición de tiro más favorable.

Creación de ventajas numéricas: Un jugador hábil en el dribbling puede atraer la atención de múltiples defensores, lo que crea ventajas numéricas para su equipo. Esto significa que, al atraer la atención de varios defensores, el jugador que dribla puede abrir oportunidades para que sus compañeros de equipo se desmarquen y reciban pases abiertos.

Control del ritmo del juego: El dribbling también es crucial para controlar el ritmo del juego. Los jugadores pueden utilizar cambios de velocidad y dirección en el dribbling para manipular el tiempo y el espacio en la cancha, lo que les permite dictar el ritmo del juego y establecer el tempo que mejor se adapte a su equipo.

Creación de jugadas ofensivas: El dribbling creativo y habilidoso puede generar jugadas ofensivas emocionantes y efectivas. Los movimientos como el crossover, el behind-the-back dribble y el spin move pueden desconcertar a los defensores, abrir espacios y crear oportunidades para anotar.

Manejo de la presión defensiva: En momentos de presión defensiva intensa, el dribbling es esencial para ayudar a los jugadores a mantener la posesión del balón y evitar las pérdidas. Un manejo hábil del dribbling les permite a los jugadores escapar de situaciones de doble marca o de trampas defensivas.

En resumen, el dribbling es una habilidad fundamental en el baloncesto que contribuye significativamente al éxito ofensivo de un equipo al crear oportunidades de tiro, generar ventajas numéricas, controlar el ritmo del juego, crear jugadas ofensivas y manejar la presión defensiva. Los jugadores que dominan esta habilidad pueden influir en el resultado del juego y marcar la diferencia en la cancha.