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Mi breve experiencia con el Mini-basket.


Estando ya como entrenador en categoría Nacional y haber entrenado asimismo a equipos en las categorías de Cadetes, Junior e incluso Infantil, siempre federados, se me echaba en cara que nunca había entrenado a equipos de Mini-basket o benjamines, y mucho menos, que lo hubiese hecho en algún colegio público, pues siempre entrenaba en Centros privados como: Mundo Nuevo, La Salle, El Pilar Marianistas e incluso en el Jesús María el Cuco (femenino). 


Miguel al fondo en el Palacio de los Deportes Chapín 

Y era cierto, así que un año decidí entrenar a un equipo de Mini-basket en el Colegio público Primo de Rivera, dentro de las Escuelas Deportivas Municipales que llevaba el club en diferentes Centros escolares.

Pues bien, me presenté en uno de estos colegios público y fueron al menos 20 los chavales de edades comprendidas entre los 6 y 9 años, que llegaron de las clases a mis entrenamientos, dispuestos a jugar al baloncesto.

Al principio lo que hice fue tratar de hacerme "amigo" de estos niños, para eso comencé a comportarme como si fuese uno de ellos, les dije que no permitía que ninguno me llamase profesor, Don Miguel, entrenador o me hablara de usted, así que les dije que mi nombre era Miguel y que yo no era ningún profesor, les pregunté a cada uno por su nombre, y me prometí aprendérmelo de memoria.

A reglón seguido, les dije que lo primero que haríamos era buscar un balón para cada uno, y que comenzaríamos a entrenar de inmediato, pues teníamos que prepararnos para la liga de los Juegos Municipales que había entre los Colegios Jerezanos, necesitábamos pues unas camisetas, veríamos que color gustaba más a ellos, y por supuesto teníamos que ganarles a los demás colegios, igualmente les dije que se pensaran nuestro grito de guerra en los partidos.

Esto les motivó, y comenzamos a entrenar con al menos 20 chavales, todos ilusionados, yo lo que hacía más que entrenar seriamente era "jugar" con ejercicios muy dinámicos y diferentes, para que aprendieran sin darse cuenta a botar, pasar, tirar a canasta o correr sin balón, siempre compitiendo entre ellos, algunas veces yo jugaba con ellos y les retaba a ver quien me ganaba en los lanzamientos a canasta, pues se dieron cuenta que yo tenía un buen tiro exterior.

Algunas veces me dejaba y ganaban ellos, para mi lo más importante era que me consideraran "amigo" y aprendieran jugando, al mismo tiempo que se lo pasaran bien en los entrenamientos. No solía faltar ni uno, llegaban corriendo de las clases.

Siempre defendía y apoyaba a los más débiles o torpes, no permitía que ninguno fuera inferior a otro, así que no los discriminaba, sino que los animaba a que fuese cada vez mejores jugadores y mejores amigos. Les decía que el estudio también era importante y que me gustaría que todos tuviesen buenas notas.

Cuando comenzó las competiciones y teníamos que desplazarnos a otros colegios a jugar los partidos, recuerdo que en mi coche se montaban 6 o 7 chavales, el resto con las madres que me acompañaban, y se lo pasaban bomba, no importaba si se perdía o ganaba, lo importante era la ilusión de ir a otro Centro a competir en grupo, unos como jugadores y otros de animadores, jugaban todos un ratito, y los que un día estaban de animadores, al siguiente partido estaban como jugadores.

No recuerdo si quedamos entre los primeros o últimos, lo importante para mi era que aprendieran el baloncesto jugando, y que se lo pasaran bien.

Terminó la temporada y me despedir de ellos hasta el curso siguiente.




Al comienzo del nuevo curso, me presenté igualmente en el Centro, pero esta vez acompañado de un Monitor de mi confianza, buen jugador y conocedor bien de los fundamentos del baloncesto, les dije a los 20 o 24 chavales que llegaron, la mayoría del curso anterior que, yo no podía seguir entrenándolos pues estaba con el equipo senior/junior y no tenía tiempo disponible este año, que lo sentía mucho pero que el nuevo entrenador era muy bueno y que de seguro ganarían los partidos.

Pues bien, a las 3 o 4 semanas me presento en el colegio para ver como iban los entrenamientos, y me encuentro con el entrenador más 5 o 6 chavales. 

Le pregunté que pasaba con el resto, y me indicó que habían dejado de ir a los entrenos, sin explicación alguna.

Al mes siguiente en la calle, me encuentro a uno de ellos de los mejores jugadores y le dije que no los había visto entrenando, y me dijo:

 "nos hemos ido todos a jugar al fútbol, pues como tu no venía, nadie quería seguir jugando al baloncesto".

Entonces me di cuenta que estos chavales, muy inteligente a esas edades, me querían como amigo, más que como entrenador.

No he vuelto a entrenar más a equipos en estas categorías.

Hoy desde mi experiencia, luego de más de 40 años como entrenador, os puedo decir que los niños a estas edades de 6, 7 u 8 años, suelen ser muy inteligentes, luego el colegio les quita la creatividad y los hacen productos de consumo, y por otra parte, entiendo que los entrenadores no pueden ser nunca amigo de sus jugadores, como tampoco un padre puede ser amigo de su hijo.

Igualmente os tengo que decir que, nunca los castigaba sino que utilizaba el premio como alternativa, pues el jugar a diario es un "derecho" que tienen los niños, y nadie se lo debe de quitar. Tan importante para ellos es el jugar como el estudiar. 


Miguel