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Un colegiado de bandera.

 


No solo es un buen árbitro, sino que es un modelo a seguir para los más jóvenes que empiezan en el mundo del arbitraje, al menos en lo que a niveles de aficionados se refiere, dentro del campo provincial.

La dignidad, el saber estar, él no corromperse como otros muchos, callado, disciplinado, educado y todo sin hacerse notar mucho en sus arbitrajes, lo definen como un colegiado digno, muy a tener en cuenta, pues son poquitos, al menos que yo conozca a nivel provincial.

Lástima que, la corrupción que abarca a todos los campos en nuestra sociedad y por supuesto también al arbitraje, donde no asciende el que sabe hacer bien las cosas, sino los enchufados de turno, se olviden de los que realmente valen para el arbitraje, al menos yo así lo veo, luego de haber dirigido muchos equipos como entrenador en diferentes categorías.

No son muchos los colegiados totalmente honrados y honestos, que hayan triunfado y ascendido de categorías solo por sus actuaciones arbitrales, pues llegar a ser un buen colegiado imparcial, honrado, trabajador y conocedor bien del reglamento no es nada fácil.

Como entrenador, siempre he sido problemático en pista para ellos, pero reconozco lo difícil de esta "profesión" en nuestra cultura, fueras de las canchas de juego, me he llevado bien con todos, como no podía ser de otra manera.