*** DE FIGURA A JUGADOR DE BANQUILLO: ¿a quien les importa los jugadores? ***

Tener a un jugador sin minutos importantes: es como dejar a una paloma sin alas.

En las canteras, a veces se nos olvida por qué estamos ahí. En lugar de formar personas y jugadores completos, caemos en la trampa del resultado inmediato. Ganar partidos se convierte en el objetivo principal, dejando de lado el verdadero propósito de la formación: desarrollar jugadores sanos, versátiles, motivados y preparados para competir a largo plazo. 

El caso de un chaval jerezano al que he tenido el placer de dirigir y asesorar, cuando a veces jugaba en equipo de liga local, es un ejemplo claro. Desde infantil hasta junior, fue el referente de su equipo. Con 1,92 metros de estatura, velocidad, fuerza y gran capacidad defensiva, lo tenía todo para convertirse en un escolta o incluso un base moderno. 

Sin embargo, durante su etapa infantil/cadete se le encasilló como interior, jugando de pívot o, con suerte, de alero. No por convicción técnica, sino por necesidad competitiva. Había que ganar, y poner al más fuerte cerca del aro garantizaba resultados.

Hoy, está estancado. De estrella en formación en EBA, ha pasado a secundario en la misma categoría de Tercera FEB. Muchos dirán: "Con 1,92 no puedes ser interior". Pero pocos se preguntan:

  ¿Por qué no lo formamos como exterior desde los 13 años? Si a Wembanyama con 2,21 lo hicieron alero, ¿qué impidió a este nivel dar a este jugador una formación completa?

Esto no es un caso aislado. Es un patrón que se repite. Se exprime al jugador por su utilidad inmediata, se le niega la posibilidad de crecer en diferentes roles, y cuando ya no encaja en el molde, se le deja de lado. Nos olvidamos de que los jugadores no son herramientas para ganar torneos. Son personas con sueños, con capacidades que debemos expandir, no limitar.

Muchos clubes profesionales sí cuidan este detalle, pero su modelo depende de talento extranjero, físicamente más dominante y más "rentable". 

En cambio, los clubes humildes, sin medios ni apoyo, sobreviven como pueden, a menudo sacrificando la formación individual en favor de una clasificación o un campeonato.

Debemos cambiar esta mentalidad. La verdadera victoria no está en ganar un partido de cadete, sino en ver a un jugador llegar a senior con recursos técnicos, inteligencia táctica, confianza y salud física. 

Debemos rotar posiciones, dar minutos a todos, permitir errores, enseñar desde el juego, no desde el miedo al fallo.

Porque, sí, tener a un jugador sin minutos importantes es como dejar a una paloma sin alas: nunca sabremos cuán alto podría haber volado.



Predicando en el Desierto
Miguel A Soto