*** El baloncesto español y el declive de la clase media: una relación más profunda de lo que parece ***


Durante años, el baloncesto ha sido uno de los deportes más practicados y seguidos en España. Desde los éxitos de la selección nacional hasta el auge de clubes en diferentes puntos del país, parecía que vivíamos una época dorada. Sin embargo, esa bonanza tuvo pilares muy claros: el apoyo de las administraciones públicas y la fortaleza de una clase media que hoy está en franco retroceso.

Cajas de ahorro: los patrocinadores silenciosos del baloncesto

Muchos quizás no lo recuerden, pero durante años el baloncesto español contó con un respaldo económico determinante: las cajas de ahorro. Estas entidades, a través de su “obra social”, patrocinaron a numerosos clubes locales y regionales. Caja Inmaculada, Unicaja, Caja León, Caja Huelva, Caja San Fernando de Sevilla, Caja de Ahorros de Jerez, CajaSur… la lista es larga.

Con el visto bueno de los políticos de turno, estas entidades financiaban equipos, organizaban torneos y facilitaban que miles de jóvenes jugaran sin tener que pagar una cuota. Eran otros tiempos.

Deporte y familia: el cambio de modelo

En las últimas décadas, la realidad cambió. Con familias cada vez más pequeñas, muchos hijos se convirtieron en el “centro” del hogar y comenzaron a acumular gastos: jugar al baloncesto, tener móvil propio, ordenador, clases particulares, viajes escolares, etc. Todo esto se convirtió en una oportunidad de negocio, especialmente atractiva para grandes empresas que veían en la clase media a su principal cliente.

El problema es que esa clase media que sostenía todo ese ecosistema... hoy está desapareciendo.

Clase media en peligro de extinción

Los datos hablan por sí solos: desde el año 2000, la industria española ha perdido más de 720.000 empleos, una caída del 25%. Nuestra productividad es inferior a la media europea, y si nos comparamos con Alemania, la brecha se amplía aún más.

Sí, el salario medio en 2024 alcanzó los 27.558 euros brutos al año. Pero ese dato es engañoso: la inflación acumulada desde 2008 (casi un 36%) ha hecho que el sueldo real esté prácticamente estancado desde 1994. Apenas ha crecido un 2,76% en 30 años. Una cifra desoladora si la comparamos con otros países de la OCDE.

Y mientras se habla de crecimiento económico en la eurozona, España también lidera el desempleo: más del 10%, con cifras aún más duras en el sur.


El baloncesto, otra víctima del sistema

Como ocurre con muchos sectores, el deporte no es ajeno a esta realidad. Casos como el del Real Betis —que no ha podido inscribirse en la ACB pese a lograr el ascenso— son solo la punta del iceberg. En muchas provincias, como la nuestra, ya no hay representación en ligas como la Segunda FEB, a pesar del esfuerzo de clubes y administraciones locales.

Las ayudas públicas ya no son lo que eran, las empresas privadas no apuestan como antes, y las familias no siempre pueden asumir los costes que implica que sus hijos jueguen a nivel federado. Y así, poco a poco, el baloncesto de base se resiente.

¿Y ahora qué?

El futuro del baloncesto —y de muchos otros aspectos de nuestra vida social y cultural— pasa inevitablemente por repensar el papel de la clase media, la financiación pública del deporte y el compromiso real de instituciones y empresas con la comunidad.

Porque el talento no entiende de barrios ni de clases sociales. Pero para que pueda florecer, necesita condiciones mínimas. Y en eso, como país, aún tenemos mucho que mejorar.



Predicando en el Desierto
Miguel A Soto