*** El EuroBasket 2025 y la Desaparición del Orgullo Nacional ***

 

A medida que se acerca el EuroBasket 2025, las noticias sobre bajas importantes en las distintas selecciones nacionales se acumulan. Muchas de estas ausencias tienen algo en común: los jugadores estrella, especialmente aquellos que militan en la NBA, han optado por no representar a su país. ¿La razón? Una combinación de cansancio físico, intereses personales, presiones contractuales... y, por qué no decirlo, dinero.

El baloncesto europeo siempre ha sido una plataforma de pasión, identidad y orgullo nacional. Durante décadas, vestir la camiseta de la selección era un honor supremo. Para muchos jugadores, ganar un campeonato con su país tenía incluso más valor emocional que levantar un trofeo con su club. Hoy, esa narrativa parece desvanecerse lentamente.

Del "todo por la patria" al "todo por mi carrera"

Los veranos ya no son territorios de entrega a la bandera. Son espacios de descanso, de marketing, de preparación física individualizada. 

Los agentes, preparadores y franquicias NBA desaconsejan participar en torneos internacionales por el riesgo de lesiones o la fatiga acumulada. Y los jugadores lo entienden, y lo asumen. La carrera profesional —más corta de lo que muchos creen— se protege a toda costa.

Sin embargo, lo que está en juego no es solo la presencia de nombres reconocidos en un torneo. Es el declive del espíritu colectivo, el abandono de una idea que alguna vez movió montañas: representar a tu país como un deber y un orgullo.

Hoy, parece que eso ha quedado relegado a los jugadores “de segunda” o “tercera” fila, los que no tienen contrato NBA o grandes campañas publicitarias que perder.
 
El nuevo orden: mérito económico sobre mérito deportivo

No se trata de demonizar a los deportistas. Tienen derecho a cuidar su salud y su futuro. Pero es imposible ignorar la sensación de que la ideología del “todo por la patria” ya no cotiza. Los valores del sacrificio colectivo se han transformado en un catálogo de excusas diplomáticas. Donde antes había patriotismo, ahora hay cálculo.

Y esta tendencia no es exclusiva del baloncesto. Es un síntoma de un cambio cultural más amplio, en el que los lazos nacionales pierden fuerza frente al individualismo globalizado. La bandera importa menos que la marca personal, el himno menos que el logo.
 
¿Qué futuro para las selecciones?

Aún hay excepciones notables —jugadores que lo dan todo por su selección, que sienten la camiseta como una segunda piel. Pero son eso: excepciones. Si esta tendencia continúa, el EuroBasket y torneos similares podrían convertirse en competencias de segunda línea, donde brillan más las ausencias que las presencias.

¿Tiene solución? Tal vez.

Con incentivos reales, protección médica adecuada, respeto institucional y una narrativa que recupere el valor de lo colectivo, aún es posible que el baloncesto internacional recupere su sitio. 

Pero para eso, habría que creer de nuevo en algo más grande que uno mismo. Y eso, en el mundo actual, parece cada vez más difícil.


Predicando en el Desierto
Miguel A Soto