*** ¿Estamos como en la Edad Media? : Cultura de masas, fanatismo y nuevas idolatrías ***
1. Idolatría ayer y hoy
Durante la Edad Media, la figura del santo, del rey o del líder religioso era objeto de una devoción casi mística. Las multitudes se congregaban en torno a reliquias o procesiones con la misma pasión con la que hoy se recibe a una estrella del deporte o del espectáculo. Lo que ha cambiado no es tanto el mecanismo de adoración, sino los sujetos que lo protagonizan.
Si antes se veneraba a los mártires, hoy se venera a los influencers, deportistas o cantantes. Esta transición no implica necesariamente un avance cultural; más bien sugiere una transformación de las formas de sacralidad popular.
2. Cultura de masas y pensamiento crítico
La consolidación de la cultura de masas ha facilitado el acceso a la información y al entretenimiento, pero también ha generado fenómenos de homogeneización del pensamiento. La globalización y la hiperconectividad han potenciado una lógica de consumo que moldea deseos, gustos y comportamientos colectivos. En este contexto, el fenómeno del “fanatismo” no es muy distinto del fervor medieval: es emocional, acrítico y fácilmente manipulable por el poder —ya no el poder eclesiástico, sino el poder del mercado y los medios.
3. El papel de la publicidad como nuevo dogma
En la Edad Media, el dogma religioso era incuestionable y regulaba buena parte de la vida social. Hoy, la publicidad y la lógica del marketing cumplen una función parecida. Se nos dice a quién admirar, qué desear, a qué aspirar. En este sentido, los eventos masivos organizados por marcas (como el de Jokić en China) funcionan como auténticas liturgias del consumo.
La masa no acude necesariamente por conocimiento deportivo, sino por pertenecer a un espectáculo legitimado socialmente.
4. ¿Retroceso o nueva forma de civilización?
No se trata de afirmar con nostalgia que “todo tiempo pasado fue mejor”, ni de idealizar el presente. La comparación con la Edad Media no busca desvalorizar a las masas actuales, sino invitar a reflexionar sobre el grado de autonomía del pensamiento contemporáneo. ¿Somos más racionales y críticos que nuestros antepasados medievales, o simplemente vivimos inmersos en otra forma de dogma?
5. Conclusión: entre espectáculo y conciencia
Comparar nuestra época con la Edad Media puede parecer una exageración, pero sirve para resaltar la persistencia de ciertas dinámicas humanas: la necesidad de ídolos, la fascinación por el espectáculo, la facilidad con la que se manipulan las emociones colectivas.
No estamos “como en la Edad Media” en términos de estructura social o científica, pero sí hay paralelismos inquietantes en lo cultural y lo simbólico.
El verdadero desafío contemporáneo es recuperar el pensamiento crítico frente a la avalancha de imágenes, emociones e influencias que configuran nuestra realidad cotidiana.
Predicando en el Desierto
Miguel A Soto
