*** El baloncesto como negocio: la ACB manda mucho y se lleva la gran parte de las ayudas estatales ***

 

Es cierto que el baloncesto, al igual que otros deportes profesionales, ha evolucionado hacia un modelo muy mercantilizado, donde los intereses económicos están por encima de los deportivos. Esto genera una disonancia entre el "deporte" y el "negocio", y a menudo lleva a que las decisiones estratégicas estén más centradas en los beneficios inmediatos que en el desarrollo sostenible del talento local.

La ACB, al ser una liga privada, tiene un control muy grande sobre sus propias decisiones, y eso limita en muchos casos la capacidad de influir de las autoridades deportivas o de la FEB

La influencia económica de los clubes privados sobre las federaciones y organismos gubernamentales es un factor que, lamentablemente, dificulta la implementación de medidas que favorezcan la cantera y el baloncesto nacional. Las subvenciones y ayudas estatales muchas veces terminan beneficiando más a las grandes entidades que a las iniciativas de base, lo que refuerza aún más el modelo "mercantil".

Este sistema crea un círculo vicioso: las grandes entidades necesitan resultados inmediatos (y los jugadores extranjeros a menudo aseguran esos resultados), por lo que prefieren fichar talento extranjero en lugar de apostar por la formación de jóvenes nativos. Y mientras tanto, las canteras no tienen los recursos ni el foco necesario para generar talentos de calidad.

Por otro lado, las ligas inferiores, que podrían ser un semillero de talentos locales, también están influenciadas por esta lógica mercantilista, y muchos equipos optan por fichar extranjeros por la misma razón: asegurar una mayor competitividad y más público, lo que se traduce en más ingresos

Sin embargo, esta política hace que las ligas nacionales se despojen de su identidad, y al final lo que estamos viendo es una “desnacionalización” del baloncesto español, al menos en sus niveles inferiores.

¿Cómo cambiar este paradigma?

Aquí es donde la voluntad política y el cambio cultural juegan un papel fundamental. Pero, como dices, con el sistema actual, cambiarlo desde dentro parece casi imposible, porque los intereses económicos del corto plazo son demasiado fuertes.

A nivel político y estructural, sería necesario un cambio radical en cómo se gestionan los recursos en el baloncesto, tanto a nivel federativo como gubernamental. La FEB podría hacer más para crear un equilibrio entre los intereses de la ACB y el desarrollo de la cantera. Las federaciones internacionales, como la FIBA, también podrían ayudar a reestructurar las competiciones y fomentar la participación de jugadores nativos, pero eso exigiría un cambio de mentalidad en todos los involucrados.

Uno de los mayores retos, como mencionabas antes, es que el negocio manda. A los clubes de élite, como los de la ACB, no les interesa perder competitividad por apostar por un talento que podría tardar años en llegar a un nivel profesional. Lo inmediato es lo que prima, y el sistema actual les funciona económicamente.

Sin embargo, el cambio cultural podría empezar por abajo. Si las bases de la cantera comenzaran a crecer con más recursos y visibilidad, y si más clubes de ligas inferiores y equipos de formación apostaran por la integración de talento local, poco a poco podría generarse una ola de cambio. Esto también dependería de una mayor conciencia social sobre la importancia de apostar por los jugadores nacionales, y de un mayor apoyo del público hacia ese modelo.

El reto más grande está en encontrar una fórmula que logre equilibrar el negocio y el deporte, sin que uno prevalezca demasiado sobre el otro. 

Pero, claro, ¿cómo hacer que los clubes cambien sus prioridades si siguen teniendo tanto poder en el sistema actual?