*** La NBA en Europa: el miedo a la pérdida de autoridad, cuando los políticos ya no mandan ***
Este miedo refleja algo más profundo: el reconocimiento de que el poder de los gobiernos nacionales y locales está siendo minado por fuerzas globales, ya sean corporaciones transnacionales, instituciones internacionales o incluso grandes marcas deportivas como la NBA. Los políticos, en muchos casos, están desbordados por este cambio y, al no poder manejarlo directamente, se sienten desplazados.
La transición del poder:
Tradicionalmente, los políticos se veían como los guardianes de la soberanía nacional. Su rol era defender los intereses de los ciudadanos y las culturas locales dentro de un sistema económico global. Sin embargo, en la actualidad, muchas de estas estructuras tradicionales de poder se están desmoronando, y el poder ya no se concentra tanto en las instituciones gubernamentales, sino en actores transnacionales como multinacionales y grandes ligas deportivas que tienen más influencia económica, capacidad de movilización y alcance global.
El caso de la NBA Europa es solo un ejemplo de cómo estas fuerzas externas están logrando modificar el panorama. Las grandes corporaciones tienen el poder de dictar qué es lo que consume la gente, cuál es el entretenimiento que se valora y hasta cómo se organiza el deporte a nivel mundial. Los políticos, que tradicionalmente han tenido poder sobre sectores como la educación, la cultura o incluso el deporte, ahora se ven desplazados por estos actores globales. Es como si las decisiones importantes ya no se tomaran en los parlamentos o en los despachos de los ministros, sino en las oficinas centrales de comunicaciones globales de empresas como la NBA, Nike, Facebook o Amazon.
¿Por qué les asusta tanto?La pérdida de autoridad que sienten los políticos no es solo una cuestión de ego, sino de identidad y control social. La política está profundamente vinculada a la capacidad de influir sobre la vida de las personas y las culturas locales. Si ese control se desvanece frente a una élite global, las naciones y los pueblos sienten que están perdiendo su voz. Esto puede generar una sensación de impotencia, pues los gobiernos ya no tienen la misma capacidad de dirigir o controlar las grandes áreas de la economía y la sociedad.
Cuando actores como la NBA, con su poder de mercado, o incluso compañías tecnológicas con un alcance global, empiezan a influir más que los gobiernos, surge el miedo de que las naciones se conviertan en meras periferias de un sistema global controlado por grandes empresas. Esta es una pérdida significativa de soberanía que, en muchos casos, genera ansiedad en los políticos tradicionales.
La lucha por la relevancia:
Este miedo a ser desplazados también se refleja en la lucha por mantener la relevancia dentro de un sistema global que está cambiando rápidamente. Los políticos se ven atrapados en un dilema: por un lado, quieren adaptarse a la globalización y la modernización, pero por otro, no quieren perder su base de poder. No solo en el deporte, sino también en sectores clave como finanzas, tecnología y cultura, los actores privados y transnacionales están tomando un rol cada vez más protagónico.
El problema es que, cuando el control se escapa de las manos de los gobiernos, surge una desconfianza generalizada: las políticas nacionales ya no parecen ser suficientes para proteger lo que muchos ven como lo más valioso de su identidad: su cultura, su mercado de trabajo, su bienestar social. En este sentido, la NBA Europa y otras iniciativas similares no solo son un reto deportivo, sino también un símbolo de cómo los intereses de grandes corporaciones empiezan a influir en áreas antes consideradas exclusivamente del dominio público, como el deporte.
¿Qué hacer los políticos?Para los políticos, la clave está en redefinir su papel en este nuevo mundo globalizado. No se trata de parar la globalización o el impacto de actores como la NBA, sino de encontrar formas de regular y garantizar que los beneficios de esta globalización no perjudiquen la soberanía local. Esto incluye:
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Fortalecer las estructuras locales: Asegurarse de que las ligas deportivas nacionales, como la ACB o cualquier liga de baloncesto, mantengan su competitividad frente a la NBA, protegiendo los intereses económicos y culturales.
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Fomentar la cooperación internacional: Los gobiernos europeos podrían trabajar juntos para crear regulaciones comunes que ayuden a los equipos europeos a competir en igualdad de condiciones, pero también a proteger sus intereses frente a actores globales.
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Adaptar las políticas a la globalización: En lugar de oponerse completamente a estos cambios, los políticos pueden adaptarse e incluirse en el proceso. Por ejemplo, podrían intentar incentivar inversiones de la NBA o de otras grandes marcas para que se invierta en infraestructura local, educación y desarrollo de talento en las comunidades europeas.
El miedo a la pérdida de autoridad no es solo un tema de baloncesto, sino un reflejo de una tensión global que está sacudiendo las estructuras de poder tradicionales.
Los políticos ya no tienen el mismo control que antes, y ese desplazamiento de poder hacia actores globales es una preocupación legítima. Sin embargo, en lugar de reaccionar de forma defensiva, podrían tomar medidas más estratégicas para adaptarse a estos cambios sin perder el control sobre lo que les corresponde: su cultura, sus ciudadanos y su autonomía.
La pregunta es: ¿cómo se equilibran los intereses de las corporaciones globales y las identidades nacionales? ¿Y cómo logran los políticos mantener su relevancia en un mundo cada vez más interconectado pero menos controlado por ellos?

