
Hasta el próximo 16 Julio, tienen aquellos clubes que deseen participar en la SEGUNDA FEB (LEB Plata), donde estaba el UDEA Algeciras descendido en la pasada temporada, ahora inscrito en la TERCERA FEB junto con los equipos gaditanos: Gymnástica, San Fernando y ULB La Linea.
La nueva U22 creada por la FEB para los clubes de ACB, ha dejado 3 plazas vacantes en la Segunda FEB, que pueden ser cubiertas por nuevos equipos de inferiores categorías, o bien por los descendidos de la misma como el conjunto de Algeciras.
Soy de la opinión que "mejor cabeza de león que cola de ratón".
Estar en una categoría superior sin un buen presupuesto, una plantilla competitiva y una afición que llene las gradas no es una buena opción, principalmente si no se cuenta con un buen sponsor, una buena cantera y el apoyo económico del partido de turno en el Ayuntamiento en busca de votos.
En nuestra provincia, ninguno de los clubes máximos representantes del baloncesto masculino tienen una buena cantera, siendo la continuidad de estos solo a base de dinero y fichajes foráneos, además de extranjeros y comunitarios (tipo ACB) y es que "querer no es poder", pues sin una buena cantera de jugadores locales, los gastos en fichajes se disparan y ello conlleva a la desaparición de los clubes o bien a estancarse en las categorías.
Jugar en categorías como la Segunda FEB con largos desplazamientos, canchas semi-vacías y arrastrándose en la misma por malos resultados, resulta incluso contraproducente para el baloncesto, lo importante sería el equilibrio entre ambición deportiva y viabilidad estructural.
Esa expresión aplica perfectamente al deporte base y semiprofesional. Subir a una categoría superior sin una estructura sólida es, muchas veces, una receta para el desastre. Los clubes que lo hacen por impulso o presión acaban comprometiendo su viabilidad a medio plazo.
Estar en una categoría como la Segunda FEB (antigua LEB Plata) sin presupuesto, sin afición fiel ni una estructura sólida, puede ser más perjudicial que beneficioso:
Desgaste económico: los desplazamientos, arbitrajes, fichas, inscripciones y salarios se disparan.
Desgaste deportivo: sin una plantilla competitiva, los malos resultados minan la moral y la imagen del club.
Desgaste social: si el público no se identifica con el proyecto, las gradas medio vacías generan desmotivación y pérdidas.
2. La cantera: la piedra angular olvidada
Ninguno de los clubes máximos representantes del baloncesto masculino tienen una buena cantera. Y esto es un problema estructural:
Sin cantera, se pierde la identidad local.
Se depende de fichajes caros o foráneos, lo que hace insostenible el modelo a medio-largo plazo.
La ausencia de cantera significa también que no hay un flujo continuo de talento joven que alimente el primer equipo y genere afición.
3. La falta de apoyo institucional y empresarial
Sin un buen sponsor o el respaldo del Ayuntamiento (o diputación, incluso), es muy difícil mantener un proyecto competitivo:
La inversión pública en deporte muchas veces no está alineada con las necesidades reales de los clubes.
Las empresas locales no siempre entienden que apostar por un club con raíces, cantera y afición puede generarles visibilidad, prestigio y responsabilidad social corporativa.
4. ¿Y si bajamos un escalón para crecer más fuerte?
Quizá lo más sensato para algunos clubes sería:
Consolidarse en una categoría inferior pero estable (como Primera Nacional o Tercera).
Apostar por un proyecto con jóvenes locales, cuerpo técnico de la zona, y objetivos realistas.
Ganarse el respaldo de la afición y patrocinadores demostrando trabajo serio, formación y compromiso.
Y entonces, sí, dar el salto… cuando se pueda sostener en el tiempo.
Sin una base, sin cantera, sin apoyo real, competir arriba es pan para hoy y hambre para mañana. No se trata de renunciar al crecimiento, sino de construirlo sobre pilares sólidos.