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*** Desde las Catacumbas del Baloncesto: Manifiesto de los clubes invisibles en tiempos del Cordero de Oro ***

 

“La miseria llama a la miseria. Y aún así, jugamos.”

  
1. Sobrevivimos, no competimos

En un mundo donde el baloncesto ha sido secuestrado por los flujos de capital y los algoritmos del espectáculo, nosotros —los clubes amateur, sin ánimo de lucro, sin focos ni contratos millonarios— aún respiramos en los márgenes. Sobrevivimos. No competimos.

No por falta de ganas, sino por exceso de realidad.

2. Jugamos a ser mayores

Nos disfrazamos de lo que nunca seremos.

Diseñamos calendarios, vestimos equipaciones, intentamos formar técnicos, nos reunimos como si nuestras decisiones alteraran algo. Como si no fuéramos —a ojos del sistema— un adorno nostálgico de lo que el deporte fue antes de venderse al mejor postor.

Jugamos a ser mayores porque no nos queda otra.

3. Las migajas del baloncesto global

Mientras las grandes estructuras negocian acuerdos con la NBA y celebran la llegada del "Cordero de Oro", a nosotros nos ofrecen migajas.

Nos llaman "base", pero nos dan lo que sobra.

Nos invitan a festivales mientras los contratos televisivos se firman a espaldas nuestras.
No queremos ser parte del decorado. Queremos ser reconocidos como lo que somos: la raíz. Y sin raíz, el árbol no se sostiene.

4. Nos dicen que soñemos. Pero no duermen con nosotros.

Nos piden pasión, entrega, valores, pero no comparten ni el frío del pabellón ni las goteras del vestuario.
Nos exigen proyectos, pero no pagan por ellos.
Nos invitan a participar, pero siempre al final de la cola.

5. La miseria llama a la miseria

Y sin embargo, seguimos.
Porque el baloncesto no se nos va del cuerpo.
Porque cada niño que lanza al aro en una pista de cemento sabe —aunque nadie se lo diga— que esto no se trata solo de ganar, sino de resistir.

6. Nuestro valor no se mide en audiencias

No salimos en DAZN.
No tenemos patrocinadores con criptomonedas ni influencers en Twitch.
Pero tenemos entrenadores que enseñan gratis, familias que hornean bizcochos para el viaje, jugadores que estudian de noche y entrenan de día.

Eso también es baloncesto. Eso también es profesional, aunque nadie lo facture.

7. No queremos limosna. Queremos dignidad.

Queremos pistas dignas.
Queremos árbitros formados y respetados.
Queremos que se invierta en lo que construye comunidad, no solo en lo que da rendimiento inmediato.
Queremos que el deporte vuelva a ser de todos.

8. Si el “Cordero de Oro” llega, que no lo haga solo para unos pocos

Si algún día la NBA llega a Europa, que no sea para enterrar lo que queda del baloncesto de base.
Que no sea solo un show con luces y logos.
Que no lo vendan como evolución si deja en la cuneta a los que nunca dejaron de creer.



Seguiremos. Aunque nadie nos aplauda.

Porque este juego es más grande que las cuentas bancarias de los despachos.
Porque, mientras ellos esperan millones, nosotros seguimos esperando pelotas nuevas.
Y aún así...

Jugamos.  


Predicando en el Desierto
Miguel A Soto