*** Más cerca de la NBA: Faried y Shorts se impusieron en un partido de "patio de colegio" ***
Demasiado Panathinaikos para el Madrid. Victoria de mérito de los de Ataman en el Movistar Arena (77-87) dominando de principio a fin. Con este resultado, los helenos se colocan 7-4 mientras que los blancos están con récord negativo (5-6).
Kenneth Faried (16+8) impuso su ley en la pintura e hizo mucho daño en el rebote ofensivo. Le acompañaron Osman (15) y Shorts (19). Por parte del Madrid, solo Feliz (18) desató la chispa que nunca llegó a algo más.
Un partido de “patio de colegio”, pero sin la calidad de la NBA
Jugar a “patio de colegio” no es tan simple como parece. Ese ritmo frenético exige velocidad, fundamentos individuales sólidos, tiradores fiables y, sobre todo, físico. Es un baloncesto para atletas completos, y cuando un equipo decide entrar en esa dinámica sin estar preparado, normalmente sale perdiendo.
En la primera mitad del partido de ayer, Panathinaikos jugó precisamente a ese ritmo: un estilo más cercano al de la NBA que al de la Euroliga tradicional. La intensidad, el despliegue físico y la agresividad ofensiva marcaron una diferencia evidente.
Jugadores como el base Shorts o el pívot Faried impusieron un nivel atlético altísimo, y el banquillo griego —uno de los más profundos y potentes del continente— sostuvo ese pulso sin apenas bajar prestaciones. Por momentos, Panathinaikos jugó con una superioridad que recordaba a franquicias NBA de nivel medio en ritmo, energía y verticalidad.
El Real Madrid, en cambio, entró al intercambio de golpes sin tener las herramientas adecuadas para sostenerlo. Intentaron igualar el ritmo griego, pero se contagiaron de un juego precipitado, individualista y poco estructurado: una mala imitación del baloncesto estadounidense, sin el físico ni la fluidez de quien está acostumbrado a vivir en ese estilo.
El Real Madrid, en cambio, entró al intercambio de golpes sin tener las herramientas adecuadas para sostenerlo. Intentaron igualar el ritmo griego, pero se contagiaron de un juego precipitado, individualista y poco estructurado: una mala imitación del baloncesto estadounidense, sin el físico ni la fluidez de quien está acostumbrado a vivir en ese estilo.
Solo Andrés Feliz (18 puntos) supo responder al desafío atlético y competitivo impuesto por el conjunto visitante. El resto del equipo quedó por debajo de la intensidad que el partido exigía.
