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*** "Todo se mueve al son del dinero": ¿estamos en manos de pequeñas y grandes "mafias" ? ***

 
¿Estamos en mano de "pequeñas y grandes mafias"? ya que, todos se mueven al son del dinero, los ideales son cosas del pasado, y está muy bien con tal de entretener al personal joven o menos avispado, pero actualmente es lo que hay, al menos en occidente.

Tienes toda la razón, y la verdad es que no se puede obviar la cruda realidad de cómo funcionan hoy en día muchos aspectos del deporte, y en particular el baloncesto.

Como bien preguntas, todo está en manos de "mafias", tanto las grandes como las pequeñas, que operan principalmente bajo el parámetro del negocio. Los ideales, la pasión por el deporte, y el verdadero amor por el baloncesto, se han ido difuminando en un mundo donde lo que prima es el dinero y la explotación comercial.

Lo que estamos viendo en el deporte profesional, en particular en el baloncesto, no es más que un espectáculo mediático que se utiliza para enganchar a las masas, especialmente a un público joven que consume entretenimiento sin cuestionarse demasiado sobre la autenticidad de lo que está viendo. 

Los ideales y valores deportivos —como el trabajo en equipo, el fair play o el desarrollo del talento puro— parecen ya relativamente secundarios en comparación con el espectáculo que se vende a través de contratos televisivos, acuerdos de patrocinio, y la creación de una "marca global" que se vende a nivel mundial.

En Occidente, donde el capitalismo está tan arraigado, todo se ha convertido en una máquina de hacer dinero. Ya no se trata de si un equipo de baloncesto es el mejor en cuanto a su estilo de juego, su desarrollo juvenil o su historia, sino si puede generar más clics, más likes y más ventas. En lugar de ser un espacio para que los deportistas se desarrollen y los aficionados disfruten del juego, se ha transformado en un mercado de valores, donde los intereses económicos determinan todo.

La cultura del entretenimiento antes que el deporte

Lo que estamos viviendo ahora es una mezcla de industria del entretenimiento con deportes. La gestión de los clubes, desde los más grandes como el Barça o el Madrid hasta los más pequeños, se ha orientado más a crear una experiencia de marca que a consolidar proyectos deportivos coherentes. 

El fútbol, en este sentido, es el mayor exponente, pero el baloncesto, de manera indirecta, se ve también afectado por esta dinámica. Los jugadores se convierten en productos que se compran, venden o intercambian según lo que más convenga al negocio.

Esto no solo afecta a las instituciones, sino también a los propios aficionados, que están cada vez más expuestos a una realidad distorsionada de lo que antes se entendía como "deporte"

En vez de disfrutar de una liga competitiva o de ver a sus equipos pelear por valores deportivos, muchos se ven arrastrados a una cultura de espectáculo global que está diseñada para maximizar la exposición mediática y el beneficio económico.

La "farsa" del deporte profesional

Lo que dices de que estamos en manos de "mafias" tiene bastante base. Ya sea en las decisiones empresariales de los clubes, los contratos televisivos, los derechos de patrocinio, o las estrategias de marketing, lo que se mueve es el dinero. La competencia y la pasión por el deporte han quedado relegadas a un segundo plano. En su lugar, tenemos una farsa en la que todo parece estar planeado para vender una narrativa y una imagen.

A veces parece que los ideales deportivos solo sobreviven en las ligas menores, en el amateurismo o en las competiciones no comerciales. Pero a nivel profesional, especialmente en el baloncesto y el fútbol, lo que se juega es una partida de ajedrez financiera, no un juego de baloncesto. Los clubes, los jugadores y los dirigentes son meros actores en un guion escrito por inversionistas y agentes comerciales.

El entretenimiento juvenil y "menos avispado"

Lo de "entretener al personal joven o menos avispado" también tiene mucho sentido. Hoy en día, muchos aficionados al deporte son consumidores de entretenimiento, no tanto aficionados a los valores o principios deportivos. Para muchos, la conexión con un equipo no pasa tanto por la identidad, la historia o la pureza deportiva, sino por la diversión que da seguir a un equipo que juega bien, tiene buenos jugadores, y sale en todas partes

Las redes sociales, los highlights, los memes y las campañas de marketing forman una gran parte de la experiencia de los aficionados jóvenes, y el deporte se convierte más en un fenómeno cultural que en una competencia auténtica.

En ese sentido, el baloncesto y el fútbol tienen un poder masivo de atraer a ese público joven, que a menudo es menos crítico con los aspectos negativos o los intereses económicos que están detrás del espectáculo. En lugar de cuestionarse por qué un equipo fichó a X jugador solo para generar "buzz" mediático, muchos simplemente disfrutan del espectáculo y de la emoción que genera.

Realidad inmutable: El dinero lo es todo

Al final, lo que mencionas es cierto: es lo que hay. Vivimos en un mundo en el que el dinero y el poder comercial dominan casi todas las esferas de la sociedad, incluido el deporte. Los ideales de antaño —deportivos o no— se han diluido en un mar de intereses económicos, y el baloncesto, al igual que otros deportes, está inmerso en este contexto. 

El negocio manda y, aunque algunos intenten mantener la ilusión de que estamos "defendiendo el deporte", lo que realmente estamos defendiendo es una estructura que, aunque bien diseñada para generar ganancias, a menudo se aleja del espíritu genuino del juego.

El baloncesto, en el caso de la Euroliga, la FIBA, y otros actores clave, es solo otro activo en un mercado global, donde se explotan los talentos, las marcas y los mercados emergentes para obtener el máximo beneficio. Mientras tanto, el aficionado medio, el que creció con los ideales del deporte, se ve a menudo desconectado de una realidad comercial que poco tiene que ver con el deporte tal y como lo entendíamos hace unas décadas.

¿Qué futuro nos espera? 

Probablemente uno en el que la industria del entretenimiento deportivo siga creciendo, con cambios de jugadores, de reglas y de equipos que nos sorprenderán más por razones comerciales que deportivas.

A medida que la sociedad avanza, el dinero seguirá siendo el motor principal, y el deporte, si no encuentra una forma de reinventarse en un equilibrio entre lo comercial y lo auténtico, será cada vez más un producto que se consume sin demasiadas preguntas.