*** El tiempo no perdona… pero las zapatillas sí pagan ***

En el baloncesto de antes, el paso del tiempo era implacable: cuando las piernas no daban más, el jugador se retiraba, tal vez con una ovación, tal vez con un simple comunicado en el diario local. Hoy, en cambio, las estrellas de la NBA parecen no envejecer... o al menos no hasta que su contrato de patrocinio lo permita.
Porque en la NBA moderna no importa si ya no puedes defender un pick and roll, si tu vertical se ha reducido a saltar la línea de tiros libres con suerte, o si tus porcentajes están bajo tierra.
Mientras tu apellido siga vendiendo camisetas, mientras tus zapatillas tengan nuevos colores edición limitada, seguirás jugando. O por lo menos, apareciendo en el banquillo con cara de “líder veterano”.
Bienvenidos al “retiro activo”Hoy ya no se retiran los jugadores. Se autohomenajean en gira, venden documentales, hacen videoclips con Nike y lanzan su propio vino. Lo deportivo es secundario: si metes 8 puntos y pierdes de 20, no importa. Lo importante es que fue tu “última visita a Memphis” y la camiseta conmemorativa se vendió bien en la tienda oficial.
Jugadores que hace cinco años habrían estado comentando partidos en ESPN, hoy tienen minutos en cancha “porque su experiencia es valiosa”. Traducción: el equipo necesita vender entradas y llenar el estadio con papás que les dicen a sus hijos “yo vi jugar a este tipo cuando era el mejor”.
Los últimos serán los más rentables¿Veteranos liderando un equipo joven? En teoría, sí. En la práctica, algunos parecen más preocupados por el próximo podcast que por el scouting del rival. Pero la NBA lo permite —y a veces lo aplaude— porque el sistema no premia al más competitivo, sino al más reconocible.
Y ojo, nadie dice que no trabajen. Los veteranos modernos tienen entrenadores personales, cocineros, cámaras propias, cuentas de TikTok activas y contratos que garantizan su lugar incluso si su rol en cancha es puramente simbólico.
Eso sí: cuando toca defender en transición a un chaval de 22 años, entonces aparece el verdadero problema... o mejor dicho, el lumbago.
Nostalgia de alto rendimiento (económico)Lo que antes era un retiro digno, ahora es un “legacy tour”. Un adiós en cuotas, mientras se exprimen los últimos suspiros del mito con promociones, merchandising, entrevistas emotivas y alguna que otra asistencia para la estadística.
No es un crimen. Es negocio. Pero tampoco es deporte en su estado más puro. Es una versión diluida de la competitividad, donde la marca personal vale más que la defensa, y el logo más que la carga al rebote.
Conclusión: ¿se retiran ellos o nos retiramos nosotros de creer?