GIF LOCALES

*** La generación sentada: así desaparecen los pívots españoles ***

  

Durante décadas, España fue un país capaz de producir jugadores altos y dominantes: desde Romay a los Gasol, pasando por Reyes o Nicola. Pívots y ala-pívots que moldearon la identidad de nuestro baloncesto. Pero hoy, cuando uno pregunta a entrenadores de cantera dónde están los nuevos interiores españoles, todos responden lo mismo: no llegan.

Y lo más inquietante es que no se refieren a una cuestión genética, sino ambiental. Los chicos altos siguen existiendo; lo que ya no existe es el camino que los convertía en jugadores.

Un entorno que frena a los más altos

Los datos son unánimes. Estudios recientes como el PASOS muestran que:

  • La obesidad infantil ha aumentado más de un 8 % en las últimas dos décadas.

  • Los adolescentes pasan casi 6 horas diarias frente a pantallas los fines de semana.

  • En 4º de ESO, la actividad física se desploma hasta apenas 45 minutos al día.

  • La adherencia a la dieta mediterránea cae año tras año.

Ese es el ecosistema en el que crece un niño de 12, 13 o 14 años que, por genética, podría medir 1,95 con 16 años.

El problema no es su altura; el problema es que su cuerpo no se mueve.

Los entrenadores lo explican sin rodeos: la coordinación de un chico alto necesita movimiento constante. Si ese adolescente pasa la mayor parte del tiempo sentado, enganchado a pantallas y con hábitos alimentarios pobres, su desarrollo físico se frena. El cuerpo crece, pero no aprende a usar su tamaño.

Pívots que se pierden por el camino

Al sedentarismo se suma otro factor: el abandono deportivo temprano. En muchas canchas de barrio ya no es habitual ver grupos de niños jugando por su cuenta. En casa hay entretenimiento infinito; en la calle, menos deporte espontáneo.

Para un niño alto, que a menudo es más torpe a edades tempranas, eso significa que no supera la etapa clave en la que antes se limaba la coordinación. Resultado: no entra en el baloncesto federado o lo deja pronto.

Y lo más dramático es que esos perfiles, alguna vez tan valiosos, desaparecen justo antes de que un club pueda detectarlos.

La competición que tapa el talento nacional

Mientras los jóvenes españoles se mueven menos, los clubes profesionales se llenan de interiores extranjeros:

  • Más grandes.

  • Más hechos.

  • Más experimentados.

Son fichajes que ayudan a ganar, pero también reducen los minutos de formación para jóvenes españoles, especialmente para los más altos, que requieren tiempo y paciencia. Hace 20 años, un chico de 2,05 podía tener un rol asegurado en un equipo ACB o LEB para desarrollarse. Hoy, ese rol lo ocupa casi siempre un fichaje de fuera.

No es casualidad que los entrenadores se quejen de que la base se estrecha: lo hace por los dos lados, por lo que no llega y por lo que tapa lo poco que llega.

El factor socioeconómico: la altura no entiende de barrios, las oportunidades sí

El PASOS también señala algo que suele quedar fuera del debate: las cifras de obesidad infantil son más altas en entornos con menor nivel socioeconómico.

Los chicos altos de familias con menos recursos suelen tener:

  • Menos acceso a clubes.

  • Menos actividad física reglada.

  • Menos facilidad para mantener hábitos saludables.

Y por tanto, menos probabilidades de entrar en el sistema deportivo.

La altura nace en todos los barrios, pero las oportunidades no.



La paradoja española

La genética no ha cambiado.
España no es más baja que antes.
La “desaparición” de los pívots españoles no está en el ADN, sino en el entorno.

Hemos creado una infancia que se sienta más, se mueve menos, se alimenta peor y accede de manera desigual al deporte. Un entorno perfecto para producir más pantallas… y menos pívots.

Los futuros Gasol no han dejado de nacer; simplemente no los estamos encontrando, o los perdemos antes de tiempo. En casa, en la habitación, sentados. Sin que nadie los vea.