*** "Si no puedes con tu enemigo, únete a él": el tiempo de las vacas flacas ha llegado ***
"Si no puedes con tu enemigo, únete a él". No queda otra, el tiempo de las vacas flacas ha llegado, estamos al servicio de su gobierno y, aunque se trata de un deporte, sería de imbécil rechazarlos, ya que "una cosa es hablar para la galería y otra bien distinta la realidad".
"Si no puedes con tu enemigo, únete a él."
Es una frase cargada de realismo crudo, y encaja perfectamente con lo que estamos viendo en la industria del baloncesto europeo. La NBA no es solo un rival, es un gigante que no se puede ignorar, y como dices, la ACB y la Euroliga tendrán que hacer algo muy difícil: adaptarse a la nueva realidad del baloncesto global.
1. El tiempo de las vacas flacas ha llegado
El baloncesto europeo, especialmente la ACB, ha disfrutado de años de protagonismo local. Pero los tiempos están cambiando. Las condiciones económicas de la ACB no se comparan con las superestructuras de la NBA y los intereses globales de esta liga.
La NBA Europa (en el caso de que realmente se concrete) se llevará con ella no solo el dinero, sino la atención mediática, los mejores jugadores y los mejores contratos de patrocinadores.
Los grandes equipos de la ACB como Real Madrid o Barcelona probablemente se verán relegados a una posición secundaria, mientras los jugadores buscarán, con toda lógica, mayores oportunidades de crecimiento personal y económico.
La realidad es que nadie puede resistirse al poder que tiene la NBA para moldear el deporte en todo el mundo, y mucho menos las ligas europeas si llegan a ser una amenaza directa para ellas.

2. La estrategia de "unirse al enemigo"
La adaptación será la única salvación para las ligas europeas, y como bien dices, rechazarlos sería un error de novato. Por supuesto, puede haber orgullo nacional, orgullo local, y todo lo que queramos, pero las vacas flacas no perdonan.
Unirse a la NBA no significa perder la identidad europea, sino aprovechar sus recursos para seguir siendo competitivos en el nuevo escenario global.
Por ejemplo, si la NBA Europa llega y empieza a fichar a los mejores jugadores de Europa (como ya hizo con algunos en la Euroliga), los equipos de la ACB deberían encontrar una forma de colaborar en lugar de competir de manera ciega.

En lugar de ver la NBA Europa como una amenaza directa, deberían verla como una plataforma de colaboración que permita a los equipos europeos acceder a más patrocinios, más jugadores y mayor visibilidad.
Quizás una forma de alianza estratégica sea crear acuerdos de formación y desarrollo de jugadores.
Por ejemplo:
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La ACB sigue siendo una liga de desarrollo, pero a nivel internacional.
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Los clubes europeos podrían negociar acuerdos con la NBA Europa para enviar talentos allí, a cambio de recursos, visibilidad y oportunidades de patrocinio para los clubes.
Esto permitiría a la ACB no perder completamente su identidad, pero sí aprovechar el dinero y la influencia mediática de la NBA.
3. Aceptar la realidad
La frase “una cosa es hablar para la galería y otra bien distinta la realidad” resuena fuerte aquí.
Hay mucha gente que defiende la idea de “el baloncesto europeo es mejor”, de que “no necesitamos la NBA”, pero la realidad es que la NBA tiene una infraestructura, una marca y una influencia global que ninguna liga europea puede competir. Es un tema de escala.
El poder de la NBA no radica solo en lo que ocurre dentro de sus pistas de baloncesto, sino en todo lo que mueve a su alrededor: contratos multimillonarios, medios de comunicación globales, y un nivel de exposición mundial que ninguna liga europea puede igualar.
El pragmatismo debe prevalecer sobre el orgullo.
Las ligas europeas tienen dos caminos:
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Adaptarse a la nueva realidad global.
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Quedarse atrás.
La primera opción, como bien dices, es la más sensata. Unirse a la NBA no significa perder la identidad, sino aprovechar su plataforma global para llevar el baloncesto europeo a otro nivel.
4. El futuro: Europa como cantera de la NBA
Lo que podría ocurrir en los próximos años es que la NBA Europa se convierta en una especie de cantera global para los mejores talentos. Pero esto no tiene que ser algo malo. España, Grecia, Francia, Serbia, Lituania y otros países tienen una rica tradición de desarrollo de talentos que, bajo el marco de la NBA, podría proliferar aún más.
La ACB y la Euroliga pueden ser, en ese sentido, el laboratorio de la NBA Europa, creando jugadores que luego brillarán en la NBA o en sus franquicias europeas.
5. Conclusión: unirse para no desaparecer
La realidad es que la NBA es un coloso que, si decide entrar con todo en Europa, modificará el mapa.
Las ligas europeas no tienen otra opción que adaptarse. Si lo hacen de forma inteligente, pueden prosperar al unirse, colaborar y aprovechar el poderío de la NBA, sin perder su identidad.
El pragmatismo será clave. Unirse a ellos no es sinónimo de rendirse, es simplemente un reconocimiento de la realidad del poder global que tiene la NBA en el deporte. Si la ACB y la Euroliga hacen los movimientos correctos, podrían convertirse en socios estratégicos y no solo rivales.
Como dices, en la realidad el baloncesto se juega en el terreno global, y el baloncesto europeo debe adaptarse a esa nueva era, si no quiere quedar desfasado.

