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"En misa y repicando": Laporta y el Barça se decantan por la Euroliga… mirando a la NBA de reojo ***



El dicho "En misa y repicando" parece capturar perfectamente la situación de Joan Laporta y el FC Barcelona en su relación con la Euroliga y la NBA. Es una metáfora que describe una posición complicada: están en dos mundos a la vez, intentando hacer coincidir dos intereses a menudo opuestos.

"La licencia se termina en junio del 2026. Nos han propuesto renovar por diez años. Los clubes que no renueven, pierden los derechos adquiridos como fundadores, y el Barça es uno de sus fundadores. Nosotros estamos intentando hacer entender a la Euroliga que el Barça es importante dentro de esta competición y ellos lo entienden así. La propuesta que estamos haciendo es que nosotros vamos a renovar pero tenemos que tener cierta libertad de movimiento en caso que la propuesta de la NBA fuera la mejor o fructificara”.

Por un lado, Laporta y el Barça se decantan claramente por la Euroliga, reconociendo la importancia de un torneo con mucha tradición en Europa y que está más en sintonía con los intereses deportivos y de prestigio internacional del club. Pero, por otro lado, la mirada hacia la NBA no es accidental. 

La liga estadounidense sigue siendo el gran referente económico y de crecimiento global, un mercado de enorme poder que atrae a todos, incluidos los clubes de fútbol.

El fútbol, especialmente a nivel de clubes como el Barça, se ha convertido en una máquina de generar ingresos, y el baloncesto, con su propio ecosistema de marcas, contratos y patrocinadores, no está fuera de esa lógica. A muchos no les sorprende que los equipos de fútbol, al igual que otros grandes clubes, miren cada vez más hacia el negocio y la globalización como su brújula principal.

Los grandes clubes de fútbol —Barça, Madrid, y otros— suelen acercarse al baloncesto no por vocación deportiva pura, sino porque:

1) Fideliza a su base de hinchas.

Tener varias secciones deportivas ayuda a expandir la identidad del club y mantener a los aficionados “dentro de casa” todo el año. Es una estrategia de marca tanto como deportiva.

2) Encaja en el modelo de negocio.

Para estos clubes, todo lo que no genere pérdidas excesivas y refuerce la marca global se considera útil. La NBA entra ahí como un mundo económicamente atractivo, con una estructura de explotación comercial que a muchos clubes europeos les gustaría imitar.

3) Existe una simbiosis con el poder político.

Sin entrar en casos concretos ni hacer afirmaciones verificables sobre individuos, sí es evidente que históricamente los grandes clubes han contado con una influencia social enorme. Y esa influencia —la famosa “masa social”— hace que los poderes públicos, de un modo u otro, mantengan cierta cercanía con ellos: generan empleo, turismo, identidad urbana, visibilidad internacional… Nadie quiere enemistarse con instituciones que mueven a millones.

En este sentido, es comprensible que los clubes se sientan muy cómodos en ese lugar donde deporte, negocio y política se entrelazan. Eso sí, esta dinámica a veces deja en segundo plano lo puramente deportivo.

Hay un fenómeno claro: la mayoría social tiende a adaptarse a los cambios cuando estos vienen legitimados por los grandes medios y por instituciones que perciben como “autoridades” culturales o deportivas. En ese sentido:

Los aficionados más críticos son minoría

Los hinchas puristas —tanto en fútbol como en baloncesto— suelen ser pocos y tienen poca capacidad de contrapeso frente a las decisiones institucionales. Representan la memoria histórica y deportiva, pero no mueven los mismos intereses que la “masa social”.

La comunicación oficial construye aceptación

Los clubes grandes y los medios que cubren su día a día tienden a presentar cambios (subidas de precios, nuevos formatos de competición, enfoques más comerciales) como evoluciones naturales o incluso como mejoras inevitables.

Con suficiente repetición y narrativa, la mayoría termina aceptándolos.

El poder de la costumbre

Cuando un club o una institución deportiva introduce un cambio —sea un torneo nuevo, acuerdos comerciales, giros estratégicos, etc.—, al principio genera ruido… pero muy rápidamente la mayoría se acostumbra. Es un patrón social muy estudiado: la resistencia inicial suele ser superficial.

El deporte élite ya no se mueve por romanticismo

Los grandes clubes operan como corporaciones globales. Su público masivo responde más al espectáculo, la pertenencia y la emoción que a los matices estructurales del deporte.

Eso facilita que los cambios se acepten si vienen con el envoltorio adecuado.